Una historia sobre la suerte, la intuición, la elección… y una fragancia que no huele a promesa, sino a decisión.
Por Claudia Valdez
La ilusión de la suerte
Suerte. Esa palabra que flota, se escapa, se repite como una promesa, o una excusa. Hay cosas que nadie puede darte. Ni la suerte, ni el amor, ni el tiempo. Algunas cosas se encuentran. Otras se eligen. Y unas pocas… se intuyen antes de comprenderse.
La última vez que esperó algo, ni siquiera se dio cuenta. No fue un momento. Fue un tipo silencioso de agotamiento. Una certeza que ya no necesitaba confirmación: eso que llamaban suerte no estaba hecho para ella.
No hubo ruptura. No hubo explosión. Solo una pausa que se prolongó más de lo debido. Una intuición silenciosa que cambió su forma de caminar. Dejó de buscar señales, y lentamente, ella misma se convirtió en una.
Crear la oportunidad
Durante años le enseñaron a hacerlo todo bien. Esperar el momento perfecto, leer el ambiente, ser cuidadosa. Pero la suerte no sigue reglas. Como tantas ideas romantizadas, no llega. Se provoca. Y el día que dejó de esperar, empezó a moverse diferente. Más firme. Más clara. Más ella misma.
“La suerte es lo que sucede cuando la preparación se encuentra con la oportunidad.” Algunas mujeres nunca lo leyeron. Lo vivieron. A su manera. Bajo sus propias condiciones.
El psicólogo Richard Wiseman llegó a la misma conclusión después de estudiar a personas que parecían tener “buena suerte”. No era magia. Era conducta. Decisión. Movimiento. Los afortunados eran aquellos que se desviaban del camino establecido. Que no necesitaban certezas para actuar. Que no esperaban la oportunidad, la creaban.
“La suerte es lo que sucede cuando la preparación se encuentra con la oportunidad.”

La paradoja violeta
Esa misma energía, radical, intuitiva, arraigada, es la que CHANEL captura en CHANCE EAU SPLENDIDE. Pero esta no es una fragancia en el sentido tradicional. Es cómo entras a un lugar sin explicaciones. Es lo que queda cuando ya te has ido.
Después del rosa, verde, amarillo y naranja, CHANEL pinta su universo CHANCE en violeta. No fue una elección estilística. Fue un gesto simbólico. El violeta es su propia paradoja: ligero pero profundo, misterioso y juguetón, elegante y rebelde. Es el color de las mujeres que no eligen entre poder y gracia. Que juegan con la vida, sin pedir permiso. Como el aroma que contiene, este tono no acompaña. Desafía.
La intuición como legado
A veces, un número regresa. No como memoria, sino como ritmo. Como algo sin nombre que marca el paso. CHANCE EAU SPLENDIDE llega como el quinto pulso de una intuición que Gabrielle Chanel convirtió en legado. Para ella, cinco nunca fue un número. Fue destino. Fue protección. Fue cómo la suerte se revelaba, con precisión.
La frambuesa estalla como una interrupción. El geranio no pregunta. El iris observa sin parpadear. Y el almizcle blanco no acompaña, marca el ritmo.
Olivier Polge la compuso como quien escribe una contradicción perfecta: efervescente pero precisa, juguetona pero arraigada. No construyó una fórmula. Capturó un gesto, uno medido no en notas, sino en instintos.

Angèle: Encarnar la suerte
Cada fragancia tiene una figura que vive dentro de ella, aunque nunca sea nombrada. En este caso, tenía que ser Angèle. Porque algunas mujeres no interpretan la suerte. La encarnan. No esperan el cambio. Lo encienden.
Angèle no era la elección obvia. Pero CHANEL nunca ha buscado lo obvio. Cantautora belga, mirada eléctrica, sensibilidad feroz. Su música no decora la emoción, la disecciona. Desde 2019, camina junto a la Maison como alguien que no interpreta un papel, representa una posibilidad.
En el cortometraje de Jean-Pierre Jeunet, Angèle no actúa. No vende. No se mueve como embajadora de marca. Se mueve como alguien que ya ha vivido esto antes. Como quien sabe que cada espejo es una oportunidad para convertirse en otra cosa, y elige.
Su canción, “A Little More”, no sigue la historia. La guía. Un himno silencioso para el momento en que la decisión ya estaba tomada, aunque nadie más lo supiera.
Una esfera de certeza
La forma de la botella también habla. Circular, cerrada, sin principio ni fin. Como si lo que contuviera no fuera fragancia, sino certeza. O quizás, como sugirió una vez CHANEL, una esfera preciosa. Redonda como una promesa, pesada como un talismán. Liberada no por casualidad, sino en el momento exacto en que comienza el juego.
CHANCE EAU SPLENDIDE no embellece la suerte. La convierte en lenguaje. No decora. Afirma. No susurra. Sostiene. Porque al final, no era suerte. Era el aroma de una mujer que ya no espera señales. Simplemente camina.