Belleza, poder y mentiras: cómo la perfección y la dismorfia corporal nos controlan

Nos dijeron que la belleza es poder, pero nunca nos advirtieron del precio a pagar. Nos enseñaron a medir nuestro valor en kilos, arrugas y filtros, a perseguir un ideal que siempre se aleja. Nos vendieron la perfección como un destino, cuando en realidad es una prisión.

Durante décadas, la industria de la imagen ha construido un imperio sobre nuestras inseguridades, dictando reglas imposibles y redefiniendo constantemente lo que significa ser bella. Pero, ¿y si todo esto fuera una gran mentira?

El psicoterapeuta Roberto Ríos, con más de 20 años ayudando a las personas a reconstruir su autoestima, nos enfrenta a una verdad incómoda: no es el cuerpo el que necesita cambiar, sino la historia que nos obligaron a creer.

En esta conversación reveladora, nos invita a desafiar la narrativa de la perfección, recuperar nuestra autonomía y resignificar la belleza como un acto de poder, no de sumisión.

Por Claudia Valdez

El Espejo como Prisión

La imagen en el espejo debería ser solo eso: una imagen. Pero para muchas personas, el reflejo se ha convertido en un campo de batalla donde cada rasgo es analizado con crueldad.

“Desde niños absorbemos críticas sobre nuestro cuerpo. Nos educaron en la idea de que nuestra apariencia nos define y nos enseñaron a medirnos bajo estándares ajenos”, explica Ríos. “La sociedad nos ha entrenado para juzgarnos con dureza, para vernos con la mirada de otros en vez de con la nuestra”.

El problema no es la belleza en sí misma, sino cómo nos han condicionado a percibirla. “Nos han hecho creer que si no encajamos en ciertos parámetros, somos menos valiosos”, dice. “Pero la verdadera pregunta es: ¿quién decidió esos parámetros y por qué los seguimos sin cuestionarlos?

La Perfección como Moneda de Cambio

Vivimos en una era donde la perfección se ha convertido en moneda de cambio. Se nos dice que la belleza abre puertas, que la juventud es el único boleto válido y que la simetría es sinónimo de éxito. Pero, ¿qué pasa cuando la meta es inalcanzable?

“El problema con la perfección es que siempre cambia de forma. Lo que hoy es ‘bello’, mañana estará fuera de moda. Es una trampa diseñada para mantenernos en un estado de insatisfacción constante”, señala Ríos. “Si la perfección fuera real, la industria de la belleza dejaría de existir. Pero su negocio depende de que nunca nos sintamos lo suficientemente bien con nosotros mismos”.

Esto nos lleva a una dura realidad: nunca seremos ‘suficientes’ si seguimos jugando con las reglas que nos impusieron.

La Epidemia de la Dismorfia Corporal

Más allá de la insatisfacción con la imagen propia, la presión estética ha desencadenado una crisis de salud mental global. Uno de los trastornos más alarmantes es la dismorfia corporal, una condición en la que las personas desarrollan una obsesión con supuestos defectos físicos que, en muchos casos, son invisibles para los demás.

“La dismorfia corporal es un reflejo extremo de la insatisfacción que hemos aprendido a sentir con nuestro cuerpo”, explica Ríos. “Afecta profundamente la autoestima y genera comportamientos compulsivos, desde evitar los espejos hasta someterse a procedimientos estéticos innecesarios”.

Varios nombres conocidos han hablado abiertamente sobre este trastorno, revelando la magnitud del problema:

Pero el problema no es solo de un sector. Un estudio de la Asociación Americana de Psicología confirma que el 69% de los adolescentes sienten que su imagen no es suficiente debido a la comparación constante en redes sociales.

Sanar Nuestra Relación con el Reflejo

Entonces, ¿cómo podemos recuperar nuestra autoestima cuando hemos sido condicionados para la autocrítica?

“El primer paso es entender que nuestra relación con el espejo no es natural, es aprendida”, explica Ríos. “Lo que creemos sobre nuestra belleza no es más que una construcción social”.

Para cambiar esta relación, el experto recomienda:

1: Cuestionar las creencias impuestas: “Pregúntate: ¿por qué veo esto como un defecto? ¿Es realmente mío este pensamiento o viene de alguien más?”

2: Redefinir la belleza en términos propios: “Cuando dejas de perseguir estándares externos y empiezas a encontrar tu propio concepto de belleza, te liberas”.

 3: Hablarse con amabilidad: “No dirías las cosas que piensas de ti mismo a alguien que amas. ¿Por qué tratarnos con menos respeto que a los demás?”

 4: Dejar de buscar validación externa: “El valor propio no puede depender de ‘me gusta’ o cumplidos. Debe venir de adentro”.

El Último Secreto que Nadie Nos Contó

Nos hicieron creer que la belleza era un destino, cuando siempre fue un espejismo. Nos convencieron de que si nos esforzábamos lo suficiente, si corregíamos cada imperfección y perseguíamos cada estándar, algún día nos sentiríamos completas. Pero la perfección no es el premio. Es la trampa.

La verdad que nadie nos contó es que nunca hubo nada malo en nosotras. El problema nunca fue nuestro cuerpo, sino la historia que nos obligaron a creer sobre él.

Y ahora, la pregunta más importante: ¿Seguiremos viviendo bajo esas reglas o nos atreveremos a romperlas?