Hay momentos que no pertenecen al calendario, sino a la historia. Cuando Maribel Yébenes, una firma con más de cinco décadas de linaje estético, decide cruzar el Atlántico, no se trata solo de una expansión empresarial, sino de una declaración cultural. México, tierra de contrastes, herencias y sensibilidad profunda, se convierte ahora en el escenario donde el apellido Yébenes —sinónimo de medicina estética de alta precisión y filosofía humanista— inaugura un nuevo capítulo. Uno que habla de belleza como conciencia, de la piel como geografía emocional, y de un lujo que ya no necesita gritar para sentirse.

Por Claudia Valdez

Esta no es una entrevista común. Es un encuentro conceptual con Maribel Yébenes, pionera indiscutible en el arte del cuidado de la piel, y su hija, Myriam Yébenes, heredera y disruptora a la vez, creadora del concepto MY Blissfulness, donde la estética se convierte en experiencia multisensorial. Madre e hija. Ciencia y sensibilidad. Tradición y visión.

Lo que compartieron con Topics That Transform no fue solo una respuesta a preguntas, sino una visión articulada con claridad y convicción. Una conversación que no gira en torno al mercado, sino al pensamiento. Una que deja ver cómo se traslada una filosofía estética de culto, sin perder su profundidad, a un nuevo continente.

Miriam y Maribel Yébenes (Cortesía)

Belleza que respira, que escucha, que piensa

“La belleza está en transición”, dice Maribel con la autoridad de quien ha visto décadas pasar por el rostro de miles de mujeres. “Hoy celebramos lo inmediato, lo visible, lo que brilla. Nosotros queremos volver a la raíz: la belleza como acto consciente, no como producto de consumo. La piel no es una superficie; es un territorio vivo”.

En esa línea nace MY Blissfulness, la propuesta sensorial y profundamente personalizada de Myriam. “Queremos que el cuidado estético despierte los sentidos, que genere bienestar real. No buscamos una transformación superficial, sino una conexión íntima”, explica. Es un replanteamiento radical de lo que significa verse y sentirse bien: menos retoque, más ritual.

Tecnología con alma: el criterio como nuevo lujo

Mientras el mercado aplaude lo nuevo, Maribel y Myriam aplauden lo que tiene sentido. “La tecnología sin criterio es ruido”, afirma Myriam. “Lo que nos define es cómo usamos cada avance. No seguimos tendencias. Creamos protocolos que honran el cuerpo, que escuchan lo que la piel necesita. Eso es Quiet Beauty”.

Más de medio siglo de experiencia les ha enseñado que lo correcto casi nunca es lo más espectacular. Por eso, la expansión a México no es una franquicia, sino una traducción cultural. “Hemos incorporado elementos mexicanos, estéticos y simbólicos, dentro del espacio, pero sin perder el ADN de nuestra firma”, dice Maribel.

El legado no se copia: se reinterpreta

Myriam entiende el reto de heredar una marca legendaria sin petrificarla. “Desafiar un legado no es romperlo, es elevarlo”, asegura. “MY Blissfulness es 100% Yébenes, pero también 100% nuevo. Hemos ampliado la sensibilidad de la firma hacia un continente que piensa y siente distinto. Eso no se hace replicando, sino reimaginando”.

Para Maribel, ver a su hija traducir ese universo estético a otro idioma emocional es una forma de renacimiento: “México no solo abre un nuevo mercado; abre un nuevo corazón para nuestra historia.”

Cortesía de Maribel Yébenes

El nuevo lujo es invisible

Hablar de estética premium con ellas no implica hablar solo de aparatos futuristas o muebles esculpidos. “El verdadero lujo”, dice Maribel, “es el respeto. A la identidad, al tiempo, a la historia personal de cada paciente. El lujo no es sólo lo que se ve, es también lo que se siente: empatía, escucha, contención.”

Parte del protocolo estrella es el Índice de Firmeza, un diagnóstico integral que trata rostro, cuello, manos y cuerpo como un mapa lleno de memoria. A eso se suma la entrevista emocional: “No se trata solo de saber qué piel tiene una persona, sino qué la mueve, qué la asusta, qué sueña. Cada tratamiento es un acto de presencia”, explica Myriam.

Un manifiesto ético con forma de clínica

Al preguntarles qué sigue, la respuesta no se mide en cifras, sino en visión. “No queremos abrir más clínicas por abrirlas”, dice Myriam. “Queremos inspirar un cambio real. Que México eleve su estándar de cuidado de la piel. Que se entienda que verse bien no es competir con la edad, sino abrazar la identidad.”

Maribel asiente: “Nuestra nueva responsabilidad es ser puente. Entre generaciones, entre culturas, entre ciencia y humanidad.”

Cortesía de Maribel Yébenes

Epílogo: cuando la piel cuenta la historia

En tiempos donde lo artificial parece haber ganado la batalla, Maribel y Myriam Yébenes nos recuerdan que la piel no miente. Que lo estético también puede ser ético. Que el cuidado profundo de uno mismo es una forma de resistencia. Y que cuando se hace con propósito, la belleza no solo se ve. Se transforma.