Durante años, Paloma Abad escribió sobre la superficie. Hoy, edita desde las entrañas. Lo suyo no es embellecer lo evidente, sino liberar lo silenciado. Entre manuscritos aún en carne viva, ha hecho de la edición un acto de escucha y de rebeldía íntima.

Por Claudia Valdez

Belleza, lenguaje y contradicción

“La industria de la belleza me da más miedo que editar”, dice Paloma Abad, con una mezcla precisa de ironía y lucidez. “Porque nos engaña haciéndonos creer que si nos vemos mejor, seremos mejores.”

Durante años trabajó en las redacciones de Vogue España, Harper’s Bazaar, S Moda y El País. La belleza era negocio, sí. Pero también narrativa. Y ella sabía leer lo que estaba fuera de la foto: las tensiones, las trampas, el deseo disfrazado de promesa.“Siempre me ha inquietado lo que estamos dispuestas a hacer para sentirnos más bellas.”

La suya fue siempre una mirada crítica, aunque templada. No venía a derribar la industria, sino a cuestionar sus relatos. Y, sobre todo, a buscar otras formas de contar lo que realmente importa.

Editar: acompañar, no corregir

Hoy, en Penguin Random House, Paloma edita libros que no buscan likes. Buscan impacto. Recibe textos a medio domar, voces que aún no saben si merecen ser escuchadas. Y las acompaña. No corrige para embellecer. Corrige para sostener.

“Editar es un pacto. A veces no se trata de cortar, sino de proteger.” Especialmente cuando hablamos de escritoras que dejan el alma entre líneas. O que pisan territorios históricamente vetados: política, historia, poder. También lo cotidiano. Porque lo pequeño, insiste Paloma, también es político.

Pretty In, Pretty Out!: la belleza sin filtros

Aunque se alejó de las revistas, no abandonó la conversación sobre belleza.
En su newsletter, Pretty In, Pretty Out!, escribe con libertad sobre lo que no cabía en las páginas brillantes: la presión estética, el feminismo, el deseo y las contradicciones que nos habitan.

“Nunca he tenido que decir que una crema elimina las arrugas, estrías o celulitis. Spoiler: no lo hacen.”

Se tiñe el pelo de negro. No soporta verse las canas. Y lo dice sin culpa.
Porque Paloma no pretende ser coherente. Solo honesta. Cree que lo imperfecto también tiene derecho a voz.

Cuando un libro es urgente

Uno de los proyectos más importantes en su carrera fue la edición en español de Invisible Women de Caroline Criado Pérez; un ensayo que expone cómo el mundo está diseñado sin considerar a la mitad de la población: las mujeres.

“No se trata de vender ejemplares. Es saber que un libro puede cambiar la forma en que miramos la realidad.” Ese es su termómetro. No el trending topic, sino el eco. Lo que queda resonando cuando la página ya está cerrada.

La historia más poderosa es la que decides dejar vivir

“Mucha gente cree que no tiene nada que contar”, dice. “Y sin embargo, esas historias ‘triviales’ muchas veces guardan las verdades más extraordinarias.”

Paloma Abad no edita desde el ego, sino desde la escucha. No necesita protagonismo, pero sabe que su oficio puede ser decisivo.

“Editar no es embellecer. Es dejar vivir lo que el mundo necesita oír.”

Y mientras se acomoda el flequillo con un gesto casi tímido, queda claro que su poder no está en gritar una verdad. Está en sostenerla. En dejar que exista. Y en recordarnos que, a veces, lo más transformador no es lo que se dice fuerte, sino lo que se dice con cuidado.