Nos dijeron que la piel debía ser corregida. Nos vendieron olvido en frascos de vidrio. Pero alguien recordó antes que nosotros.

Por Claudia Valdez

Hay lugares donde la tierra aún canta.

No en laboratorios, en etiquetas o en la industria que prometió perfección y nos entregó olvido. Sino en raíces cubiertas de barro. En manos que mezclan cortezas, flores y savia sin necesidad de instrucciones. En cuerpos que nunca olvidaron que la piel y la tierra son lo mismo.

México es uno de esos lugares. Aquí, la herbolaria no es moda, es linaje. Las plantas no son tendencia, son resistencia. La belleza no es corrección, es memoria. Y alguien escuchó esa memoria antes que nadie. No desde una estrategia de marketing. No desde la comodidad de una oficina. Sino con los pies hundidos en la tierra.

Remedios del Bosque no es una empresa. Es la traducción de un idioma que creímos perdido.

Sus fórmulas no buscan corregir. Buscan recordar.                                              Cada extracto es un eco de lo que las mujeres han sabido desde siempre. Cada mezcla es un pacto con la tierra. Cada gota es un susurro de aquello que nunca debimos olvidar.

Este texto no es sobre cosmética, sino una grieta en la historia.

Y la pregunta no es si el mundo está listo para escuchar al bosque.
La pregunta es: ¿lo estamos nosotros? El bosque no responde con palabras. Pero hay quienes saben escucharlo. 

No se aprende en libros. No se entiende con teoría. Es algo más antiguo, más profundo, más visceral. María Violante no responde como quien explica, sino como quien recuerda. Cada pregunta es un hilo que nos acerca a algo más grande. Cada respuesta es un eco del bosque.

EL NOMBRE DEL BOSQUE QUE OLVIDAMOS

TTT: Cada gran historia comienza con un instante que lo cambia todo. ¿Cuál es el recuerdo más vívido que tienes de la naturaleza que plantó en ti esta visión de la belleza y el cuidado?

MV: Recuerdo un día de neblina en la Sierra Sur de México. Olor a tierra mojada, humedad atrapada en las hojas, el silencio del monte cargado de susurros invisibles. Estaba en la casa de una amiga partera, una mujer que sanaba con plantas. La gente llegaba a ella con fe. Y ella tenía fe en las plantas. Pero lo más sorprendente no era eso. Era que las plantas tenían fe en nosotros. Fue ahí cuando lo entendí.

 “No estamos sobre la tierra. SOMOS la tierra”. Desde ese día supe que mi trabajo no era vender productos. Era traducir la voz del bosque.

ENTRE EL CAOS Y LA ARMONÍA

TTT: El bosque no pide permiso para crecer; se abre camino en la tierra, caótico pero lleno de propósito. ¿Cómo esta lección de la naturaleza se refleja en quién eres y en lo que creas?

MV: El bosque no busca ser bonito. Busca ser eterno. No se disculpa por crecer torcido, por moverse sin permiso, por ocupar el espacio que le corresponde.

 Así debería ser la piel. Pero nos enseñaron a verla como un error. Nos dijeron que debíamos alisarla, emparejarla, reducirla a un estándar de laboratorio. Nos hicieron olvidar que cada línea, cada marca, cada poro abierto es historia. Es prueba de vida.

LA BELLEZA QUE CURA

TTT: Tus productos no son solo para la piel, son para el alma. ¿Qué lección sobre el cuidado y la sanación aprendiste trabajando con la tierra y las comunidades que te rodean?

MV: Las plantas están aquí para acompañarnos en un camino de sanación y reconocimiento. Crear productos que nos recuerden que somos naturaleza es parte de la misión de Remedios del Bosque. La salud de la tierra y de las personas está completamente conectada; si sanamos la tierra, si la regeneramos, nos estamos cuidando a nosotros mismos y a las generaciones futuras.

LA GRIETA POR DONDE ENTRA LA LUZ

TTT: La naturaleza nos enseña que después de cada tormenta, el suelo florece con más fuerza. ¿Cuál ha sido tu tormenta más difícil, y cómo te ayudó a redefinir la belleza y tu propósito?

MV: 2024 fue una grieta. Todo lo que creí firme se resquebrajó. Pero en esa apertura, entró algo nuevo, algo que no había visto antes.

EL PODER DE LAS MUJERES QUE SE LEVANTAN JUNTAS

TTT: Las mujeres con las que trabajas no solo cultivan plantas; cultivan historias, fortaleza y comunidad. ¿Qué has aprendido de ellas sobre la belleza y la resiliencia?

MV: Las mujeres con las que trabajo no buscan ganarle a nadie. Se levantan unas a otras. Y en esa unión está la verdadera medicina.

Nos han hecho creer que el conocimiento es propiedad privada. Que solo vale si está patentado, si tiene un código de barras. Que las plantas no pueden ser medicina si no vienen en un envase de laboratorio.

Pero la verdad es esta: NO HAY PATENTES PARA EL BOSQUE. NO HAY DERECHOS DE AUTOR SOBRE EL AGUA. NO SE PUEDE REGISTRAR EL SOL COMO UNA MARCA.

Desde que el mundo es mundo, las plantas han sanado la piel. Desde que el mundo es mundo, las mujeres han transmitido este conocimiento. Lo que hacemos en Remedios del Bosque no es innovación. Es memoria.

EL ÚLTIMO SECRETO DEL BOSQUE

TTT: Si el bosque pudiera enviarnos un mensaje sobre la belleza, el amor y el cuidado, ¿qué crees que nos diría, y cómo lo reflejas en lo que haces?

MV: Nos recordaría que nunca estuvimos separados de él. Que la piel y la tierra son lo mismo. Que lo que le hacemos a uno, se lo hacemos al otro.

TTT: Esto no es solo una marca.

MV: No. Esto es un regreso.